– Eh amigo… ¿Le sirvo un café?
– Sí por favor, en jarrito, bien cargado.
Y café de por medio hoy en el sietch nos sentaremos a filosofar sobre algo que históricamente fue para unos pocos, algo que no se conseguía tan fácilmente y que no se daba fácilmente, algo que como era tan difícil de conseguir y era tan selecto el grupo de los que lo podían disfrutar se atesoraba y se cuidaba mucho, y que hoy en día, con la globalización, la masificación y un montón de palabras terminadas en sión/ción pasó de ser la figurita difícil del álbum a una más del montón.
Señoras y Señores, sin más preámbulos con ustedes el tema de hoy.. «La Amistad».
Cuando eramos chicos, allá hace mucho tiempo atrás, uno salía a jugar a la calle a la tarde después de tomar la leche y comer las galletas ya sea con la compañía del Capitán Piluso o de Carozo y Narizota y se encontraba con otros especímenes de cachorros humanos que pululaban en dicha calle, entonces, uno se ponia a jugar con ellos asi como así.. y si era gente piola y te sentías bien, era cuestion de preguntarle ¿Querés ser mi amigo? y luego de esto se generaban alianzas temporales (te presto el fulbo y vos me prestás el pocketeer), estrategias conjuntas para alcanzar un objetivo (haceme piesito asi puedo subir al árbol), uniones transitorias de capitales (pongamos todos un austral para la coca), y muchos ejemplos más.
Luego al ir creciendo, éste amigo de barrio, el que nos había dicho si a la pregunta, o al que habiamos respondido afirmativamente, quedo un poco en el olvido, como el amigo del cole, o el amigo del club… de niños teníamos muchos amigos, incluso algunos en universos paralelos y que sólo nosotros podíamos ver, pero al llegar a cierta edad y estar pisando la madurez (legal) los amigos iban siendo algo cada vez de menos producción masiva y más exclusivos.
La amistad, en cierto punto de nuestras vidas, dejó de ser aquel ¿Querés ser mi amigo?, el que nos hacia piesito para subir al árbol o el que se paraba de campana en la esquina mientras le afanabas los nísperos a la bruja de la esquina, uno empezó a tener sus amigos, esos hermanos que elegís a lo largo de tu vida, esa gente a la que le podés confiar hasta lo que no tenés, aquellos que saben cosas de vos que nunca sabría otro y con los que podés contar para esconder el cadaver en el patio de su casa hasta que encuentres la forma de disponerlo permanentemente, son los que le hacían y le hacen dar sentido a todo el concepto de Amistad. Y si bien la amistad es universal, también es algo muy selectivo y muy para pocos, ya que, uno a sus amigos, los cuenta con los dedos de la mano, y está bien que así sea.
Pero, siempre hay un pero, el Homus Imbécilus, esa forma involucionada del Homo Sapiens Sapiens que vio la luz allá por finales del siglo XX y que ya merecerá su propio análisis en éste espacio de filosofía barata y zapatos de goma, ya encontró la forma de, cual todo lo que toca y alcanza, arruinar la amistad.
Hoy en los tiempos del dinamismo y la vorágine, de la juventud eterna y la falta total de compromisos, la amistad no podía dejar de ser tomada, pervertida y desnaturalizada por éste temible especimen de la raza humana. Hoy en día, la amistad volvió a la amistad de niños.. al ¿Querés ser mi amigo? dicho a cuanto pibe se nos cruzaba por delante, solo que ahora en vez de decirselo a la cara y sellar la amistad con un apretón de manos te llega un pedido de amistad en forma de bits por Facebook u otra red social y el apretón de manos… bueno hoy en día, quien carajo sella un acuerdo con un apretón de manos, salvo para la foto.
Amigos, hoy pueden ser, o el primo de una amiga de tu novia al que le pareció copado un comentario que le hiciste en una foto a la mina en cuestión, y personajes similares pero, quizás me dirán ésto no tiene nada que ver y hay amigos y amigos, y quizás tengan razón, pero tanto se ha degradado y degenerado el término amigo en éstos días que, hasta el mozo cuando te va a servir el café te dice.. «eh amigo, lo quiere con azucar o con edulcorante», y cuando vas a pagar la tarjeta de crédito te dicen, «hola amigo, venga por acá…» y uno a lo Sidartha Kiwi piensa.. «no, amigo no… amigos son los huevos mi querido especímen de idiota… vos no sos mi amigo ni lo serías en un millón de años, ni que el mundo se estuviera por acabar, ni que el universo renaciera de sus cenizas y yo reencarnara en algo totalmente diferente, vos con esa sonrisa idiota de comercial de pasta dental y tu zalamería barata para convencerme que lo que me están cobrando de más en realidad es culpa mía, podrías llegar a ser mi amigo, así que guardate el «amigo» allá donde no te da el sol porque para mi la amistad, es algo que va muy pero muy pero muy en serio.
Hoy en día en estos días en los que cualquiera que una vez tomó un café con vos te tilda de amigo, en éstos días en los que hasta cuando vas a pagar la nafta te dicen, amigo no tiene cambio… y que la palabra, esa palabra tan bonita y el concepto que engloba ha sido tan bastardeada, en éstos tiempos que la amistad dejó de ser aquél divino tesoro para pasar a ser la moneda de cambio del favor de turno, quiero dedicar ésta entrada a mis amigos, a mis verdaderos amigos, no a esos de primaria o de la cuadra en el barrio que me dijeron que si cuando con mi voz de pito de los siete les dije ¿Querés ser mi amigo?, sino a aquellos amigos en serio, a los amigos que saben que pueden contar conmigo y que puedo contar con ellos, a esos que cuento con los dedos de la mano, a los que estuvieron desde muy temprano en mi vida y al que llegó cuando no esperaba nada más y también quiero dedicarselo a una amiga muy especial y a quien quiero un montón y es una de esas personas que no importa como siga el mundo girando, se que voy a contar siempre. A ustedes mis amigos, y a vos en particular, van dedicadas estas reflexiones baratas escritas con zapatos de goma.
This entry was posted on 17 abril, 2013 at 4:47 pm and is filed under Filosofia Barata y Zapatos de Goma. You can subscribe via RSS 2.0 feed to this post's comments. You can comment below, or link to this permanent URL from your own site.
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